martes, 24 de julio de 2012

2.


Hoy desperté en un lugar extraño.
No reconocía el olor de las sábanas, ni el tacto del sol que se filtraba por las rendijas de la persiana.
Cerré los ojos con fuerza y estiré brazos y piernas hasta que éstas sobresalieron de la cama. Poco a poco, las luces del mediodía comenzaron a dibujar los contornos de la habitación y las ideas comenzaron a florecer en mi mente.
Siendo sincera, todo estaba en su sitio: los millones de fotografías tatuando las paredes, los centenares de recuerdos almacenados al azar en cualquier rincón, las risas cuyos ecos aún retumbaban en mi mente, los vaqueros anudados entre sí, las lágrimas martirizadas con el humo de los cigarros … y todas aquellas personas que por allí habían pasado durante tantos años.
Entonces, mientras me otorgaba a mí misma cinco benditos minutos más, me dí cuenta de que no estaba en otra esfera, sino de que la extraña era yo…
No solo las cosas han cambiado, las situaciones, el día a día y su velocidad. Todo ello ha dejado huella en mí, y en ti.
Nunca retrocederemos al primer cigarrillo, ni al primer amor.
No volveremos a obtener lo que deseábamos con tan solo un par de sollozos, a pesar de que muchos de nosotros nunca hayamos obtenido nada así. Se extinguieron los duendes y las hadas, el ratoncito Pérez y los reyes magos (porque Papá Noél era un invento de Coca-cola). Es como si ya fuese imposible volver a aquellos años en los que podías ser pirata, soldado, pájaro, explorador o princesa la misma tarde… sin necesidad de graduados ni matrículas.
Especialmente recordé el olor a líquido de revelado de la tienda Kodak de la esquina, y me pareció que hacía un siglo desde aquel último día de verano en el que esperaba ansiosa el resultado de mi trabajo como fotógrafa…
Es increíble… como ha cambiado todo, y que a pesar de creer lo contrario sigamos aquí.
Ahora es cuando pienso que los malos momentos, al fin y al cabo, no solo me han forjado como persona, sino que de ellos ha nacido lo mejor de mí.
Quizás nos empeñamos en cambiar al mundo, y fue el mundo quién nos cambió a nosotros… pero en fin, ese ya es otro tema y ya se han acabado mis cinco minutos.

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