martes, 24 de julio de 2012

1.


Me voy, como siempre.
Sin hacer apenas ruido.
Estoy cansada de hacer maletas y deshacer planes... necesito estabilidad.

Desazón, esa es la palabra... esta vez hay que reconocer que son causas mayores las que destrozan mis planes. Mi abuelo se ha caído esta misma tarde por las escaleras y va a estar cinco días en el hospital hasta que lo operen. A pesar de lo aparatoso de la caída, solo ha sido una fisura en la unión del fémur con la cadera, pero como está tomando una medicación anticoagulante debe de estar hospitalizado.
Claro que estoy preocupada, no soy tan egoísta, lo que me molesta de verdad es que sea justo ahora... a veces pienso que el destino se divierte a mi costa, dándome la felicidad y arrebatándomela de un plumazo.
Bueno no exageremos, serán solo unos días, me llevaré los apuntes y me pondré al día.
Creo que a decir verdad, lo que más me molesta de toda esta situación es esa sensación de que no soy dueña de mi vida ni de mis planes, y a veces pienso que ni de mi cabeza.
Hoy las cosas no han ido tan bien como deberían, la situación con mi madre pasa de lo insostenible a lo incoherente y eso me afecta, pero ahora mismo tengo tantas emociones chocando contra las paredes de mi estómago que me atemoriza volver a caer.
La ansiedad me está matando y la soledad pelea por volver a hacerse con las riendas de mi vida.
Siendo sincera, la posibilidad de volver a caer en la locura me está dejando sin sueño.

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