martes, 31 de julio de 2012

6.


Creo que no me entiendo ni yo misma. Me muero por mantener cualquier conversación. ya sea circunstancial o mediocre, con cualquier ser vivo e inteligente distinto a mi perro... pero me cabrea el mero crepitar de la voz de cualquiera.
Estoy susceptibvle, que coño, esto insoportable hasta el punto de preferir la reclusión entre estas cuatro paredes a el contacto son otro ser humano.
Solo salgo para sacar a Balto y hacer las compras. Me horroriza la palidez de mi rostro tatuado de ojeras y el reflejo de un cuerpo deformado por una mente enferma, tambaleándose en los cristales mal limpiados de los escaparates.
Es curioso como la cabeza juega malas pasadas...quien haya estado en mi situación comprender aquello de "cuanto menos como más engordo"...
Esto es de locos... solo espero que el insomnio me de tregua esta noche y consigua apaciguar a mis demonios.

5.


En estos momentos oir su voz para mí es como un chute de heroína, algo tan relajante y necesario tan solo equiparable al desahogo que me proporciona este cuaderno.
Lo sabe todo de mí, y aveces me asusta tanta necesidad. La otra noche hablamos durante más de cuatro horas.
Él sabe lo que me pasa y yo se que le preocupa.
A veces pienso que en la balanza de mis decisiones pesa más su dolor emocional que el mío físico y aún así seguimos adelante, a pesar de que este amor que sentimos el uno por el otro pueda acabar destrozándonos.
Es una apuesta hacia la destrucción y, aunque el que no apuesta no gana, siento que soy yo la que mete una a una las balas en la recámara de nuestro futuro.
Sien embargo, es él quien mantiene la poca cordura que me queda.
Son mis ganas de vivir.
Y el motivo de las cada vez más escasas sonrisas.
Odio tanta dependencia... pero mataría y moriría mil veces por un solo instante más entre sus brazos.

4.


Estoy perdiendo el poco apetito que me quedaba. No me encuentro triste, solo aburrida y, aunque la gente suela hartarse de comer con el aburrimiento, mi estómago se sacia con el cúmulo incesante de horas muertas.
Para que engañarnos, después de tanto tiempo y avances me preocupa volver a caer en lo mismo... la falta de distracción despierta al monstruo de la autocrítica que vive en mi cabeza. Vuelve el "estas gorda", el "no te hace falta comer eso" y los terroríficos malabares para comer lo mínimo o saltarme la siguiente comida.
Todo vuelve a saberme a nada, de hecho hoy estaba cenando y, bocado tras bocado me daba cuenta de que no comía por hambre, que lo hacía porque era la hora impuesta.
Ya no me apetece llevarme nada a la boca, y aunque así fuese, esa vocecita se encargaría de quitarme esa idea de la cabeza.
Me miro en el espejo y centímetro por centímetro descubro que me destesto; no es que sea nada nuevo, pero llegué a recuperarme lo suficiente como para olvidarme del tema y rozar el alta.
No sé lo que va a pasar, y ese desconocimiento es el que me perturva.
Creo que he dado un resvalón y estoy yendo hacia atrás...
Será el momento de hablar con mi psicólogo?

3.


Aquí estoy, en medio de la nada, envuelta en el humo de un cigarrillo y apoyada en unos escalones tatuados de musgo, en el último rincón de un patio que agoniza en decadencia.
Las tórtolas me observan curiosas desde el tejado, como quien analiza a un extraño, a un forastero que acaba de llegar a su ciudad, invadiendo un espacio que les pertenece por legítimo derecho.
Puede que me sienta así, como una desconocida para este pueblo que no es el mío, a pesar de haberme criado entre sus calles empedradas con el esfuerzo de unas gentes humildes carcomidas ya por los años y las desgracias.
Pero, francamente, creo que esa sensación de desarraigo es la que llevo impresa en la piel desde niña. Preguntas tan universales como quién soy y a dónde voy me acosan día tras día.
En este momento, sin ir más lejos, me veo envuelta en una crisis de identidad, envenenada en soledad, y no física, sino más bien psicológica.
Quedan solo unos minutos para el anochecer y me encuentro ansiosa por ver el cielo salpicado de estrellas mientras acabo de una calada con la vida del último cigarrillo de la pitillera, con la eterna sensación de no haberlo disfrutado lo suficiente... dejándome ese sabor tan característico en los labios, habitual de los últimos atardeceres de este semana.

martes, 24 de julio de 2012

2.


Hoy desperté en un lugar extraño.
No reconocía el olor de las sábanas, ni el tacto del sol que se filtraba por las rendijas de la persiana.
Cerré los ojos con fuerza y estiré brazos y piernas hasta que éstas sobresalieron de la cama. Poco a poco, las luces del mediodía comenzaron a dibujar los contornos de la habitación y las ideas comenzaron a florecer en mi mente.
Siendo sincera, todo estaba en su sitio: los millones de fotografías tatuando las paredes, los centenares de recuerdos almacenados al azar en cualquier rincón, las risas cuyos ecos aún retumbaban en mi mente, los vaqueros anudados entre sí, las lágrimas martirizadas con el humo de los cigarros … y todas aquellas personas que por allí habían pasado durante tantos años.
Entonces, mientras me otorgaba a mí misma cinco benditos minutos más, me dí cuenta de que no estaba en otra esfera, sino de que la extraña era yo…
No solo las cosas han cambiado, las situaciones, el día a día y su velocidad. Todo ello ha dejado huella en mí, y en ti.
Nunca retrocederemos al primer cigarrillo, ni al primer amor.
No volveremos a obtener lo que deseábamos con tan solo un par de sollozos, a pesar de que muchos de nosotros nunca hayamos obtenido nada así. Se extinguieron los duendes y las hadas, el ratoncito Pérez y los reyes magos (porque Papá Noél era un invento de Coca-cola). Es como si ya fuese imposible volver a aquellos años en los que podías ser pirata, soldado, pájaro, explorador o princesa la misma tarde… sin necesidad de graduados ni matrículas.
Especialmente recordé el olor a líquido de revelado de la tienda Kodak de la esquina, y me pareció que hacía un siglo desde aquel último día de verano en el que esperaba ansiosa el resultado de mi trabajo como fotógrafa…
Es increíble… como ha cambiado todo, y que a pesar de creer lo contrario sigamos aquí.
Ahora es cuando pienso que los malos momentos, al fin y al cabo, no solo me han forjado como persona, sino que de ellos ha nacido lo mejor de mí.
Quizás nos empeñamos en cambiar al mundo, y fue el mundo quién nos cambió a nosotros… pero en fin, ese ya es otro tema y ya se han acabado mis cinco minutos.

1.


Me voy, como siempre.
Sin hacer apenas ruido.
Estoy cansada de hacer maletas y deshacer planes... necesito estabilidad.

Desazón, esa es la palabra... esta vez hay que reconocer que son causas mayores las que destrozan mis planes. Mi abuelo se ha caído esta misma tarde por las escaleras y va a estar cinco días en el hospital hasta que lo operen. A pesar de lo aparatoso de la caída, solo ha sido una fisura en la unión del fémur con la cadera, pero como está tomando una medicación anticoagulante debe de estar hospitalizado.
Claro que estoy preocupada, no soy tan egoísta, lo que me molesta de verdad es que sea justo ahora... a veces pienso que el destino se divierte a mi costa, dándome la felicidad y arrebatándomela de un plumazo.
Bueno no exageremos, serán solo unos días, me llevaré los apuntes y me pondré al día.
Creo que a decir verdad, lo que más me molesta de toda esta situación es esa sensación de que no soy dueña de mi vida ni de mis planes, y a veces pienso que ni de mi cabeza.
Hoy las cosas no han ido tan bien como deberían, la situación con mi madre pasa de lo insostenible a lo incoherente y eso me afecta, pero ahora mismo tengo tantas emociones chocando contra las paredes de mi estómago que me atemoriza volver a caer.
La ansiedad me está matando y la soledad pelea por volver a hacerse con las riendas de mi vida.
Siendo sincera, la posibilidad de volver a caer en la locura me está dejando sin sueño.

0.

Presentación.

 

Bueno, en esencial pienso que las entradas de este blog no seguirán un patrón común. Simplemente, su utilidad radica en liberar mi cabeza de esos posos quemados de pensamiento... Algunos  lo tacharán de caótico, anárquico, gongorino o insulso; a otros, quién sabe, puede que llegue a gustarles... En cualquiera de los casos, no me importa demasiado.
Porque este blog es mi propia terapia.