sábado, 3 de agosto de 2013

39.

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26/7/13

Hoy, casi media hora pasada la media noche, me confieso:
He vuelto a caer.
Y tras prácticamente un año de altibajos y bastantes progresos, me siento decepcionada.
No sé si será el desajuste emocional que me causa el no tener una pareja estable; el haber perdido a la mayoría de los que yo creía mis amigos con la última ruptura; o que el simple hecho de volver a el hogar familiar, aunque solo sea por el verano y toda la ansiedad que ello me produce... pero en especial, y aunque estemos sumidas en plena batalla campal, se que gran parte de la culpa recae sobre la relación con mi madre...
Quizás lleve ocultando esto desde que empezó toda esta historia, pero el volver a convivir con ella ha acrecentado mis inseguridades, esos monstruos con los que día a día lucho para seguir manteniendo bajo la cama.
Y es que su inseguridad me envenena, hasta el punto de hacer míos cada uno de los complejos que la martirizan a diario. Ese "estoy gorda" y sus diferentes variantes que alimentan mis temores. Es como si una voz dentro de  me gritase que no me convirtiese en eso, que sea libre, independiente, que no me deje dominar nunca por un hombre, que no me case ni cree una familia y, sobretodo, que no sofoque mi ansiedad vaciando la nevera.
Y no lo entiendo, juro que no comprendo el odio ni la repulsión hacia la figura que tanto he añorado durante la infancia... resulta tan antagónico, tan difícil... la quiero, lo sé, y quizás el germen de todos mis males sea el no haberla tenido conmigo cuando la necesitaba, el esperar semanas hasta el fin de semana para verla, el llorar agarrando su fotografía temiendo olvidar su rostro o el color de su pelo...
El caso, y volviendo a enterrar los polvorientos volúmenes de mi ajada y miserable historia, es que siento como vuelve a enredarme esta pesadilla, cada una de las cincuenta veces que me miro al espejo cada media hora, me tomo un laxante o miento para saltarme una comida...
Lucho sola, sin nadie al que confiarle mis demonios e insomne...
Cuanto miedo me daba esto en especial, el volver a perder el sueño y con ello la poca masa gris que no se comió así misma en la última recaída.
Sólo espero que éstas páginas me sirvan de escape durante estos días de soledad, de inspiración al siguiente terapeuta o, simplemente, de epitafio.

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